Cuando se gestiona una empresa es importante conocer los requisitos para declararse insolvente, así como el proceso concursal. Es fácil que una aventura económica termine en quiebra, sin que deba concurrir para ello una mala práctica por parte de sus administradores o gestores.
Así, un retraso en los pagos o la entrada en el mercado de un competidor potente pueden dar al traste con los esfuerzos de cualquier emprendedor. Pero esto no debe ser motivo de desaliento.
Los fracasos económicos deben entenderse como un aprendizaje empresarial. Así que si caes en situación de insolvencia no debes perder la calma. Lo primero que deberías hacer es instar el concurso de acreedores. En cuanto te recuperes de esta mala pasada podrás volver a intentarlo y contarás con la experiencia adquirida.
Qué es el concurso de acreedores
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El concurso de acreedores es una herramienta judicial que entra en juego en caso de insolvencia de la empresa. Cuando esta no puede cumplir regularmente sus obligaciones de pago y tiene varios acreedores deberá instar la apertura del concurso.
En cuanto se active este mecanismo resultarán de aplicación ciertos mecanismos de protección, que cubrirán tanto a los acreedores como al propio insolvente.
- Respecto del deudor insolvente, el concurso de acreedores pretende que sus deudas no se incrementen más, a la vez que ampara la continuidad de su actividad.
- Y, respecto de los acreedores, el concurso instaura el principio par conditio creditorum. Gracias a este principio se establecerá un estatuto equitativo, que garantizará que todos los acreedores cobrarán en la medida de la solvencia del quebrado.
La insolvencia de una empresa es una situación perjudicial a muchos niveles. Así:
- La compañía verá entorpecida su operatividad.
- Su plantilla verá peligrar sus puestos de trabajo.
- Los acreedores y proveedores verán en riesgo sus posibilidades de cobro.
Mediante el concurso de acreedores se intentará que la compañía se recupere, reduciendo el impacto social y económico de su quiebra. Para ello se permitirá la negociación de una reestructuración crediticia y solo en el peor de los casos, se procederá a la liquidación de la sociedad.
La complejidad del proceso concursal hace recomendable la intervención de abogados para empresas. Estos profesionales pueden mejorar tu posición en la mesa de negociación, otorgándote unas condiciones favorables y una mayor libertad de actuación.
Requisitos para declararse insolvente
El concurso de acreedores se regula en la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal. Esta norma dedica sus primeros artículos a definir los requisitos para declararse insolvente, que no son otros que:
- Situación de insolvencia. Se encuentra en esta situación quien no puede cumplir “regularmente” con sus obligaciones exigibles. Mediante esta definición, la Ley configura una noción amplia de la insolvencia, que además puede ser actual o inminente.
- Pluralidad de acreedores. Para que un deudor quebrado pueda declararse en situación de insolvencia y abrir el proceso concursal deberá tener múltiples acreedores.
Es importante destacar que pueden declararse insolventes tanto las empresas como las personas naturales (en este caso podrían acogerse al mecanismo de segunda oportunidad) y las herencias.
La declaración del concurso puede ser voluntaria o forzosa.
- Se considera voluntaria la promovida por el propio deudor. Cabe destacar que si este conoce su dificultad para cumplir con sus obligaciones de pago tiene el deber de solicitar la apertura del concurso. Dispone para ello de un plazo de dos meses.
- Se considera forzosa la promovida por los acreedores. Para ello deben fundamentar la insolvencia, lo que puede realizarse aportando:
- Título de ejecución o apremio ineficaz, por insuficiencia de bienes tras el embargo para satisfacer las deudas.
- Sobreseimiento general en el pago corriente de las obligaciones del deudor.
- Existencia de embargos que afecten al patrimonio del insolvente de modo general.
- Alzamiento o liquidación apresurada o ruinosa.
- Incumplimiento generalizado de determinadas obligaciones de pago (salariales y deudas públicas).
Cómo se desarrollará el concurso
La declaración de insolvencia de una empresa determinará el nombramiento de una administración concursal, que velará por la adecuada administración de su patrimonio. Esto supondrá una limitación a sus facultades de gestión y administración, que se traduce en:
- La intervención por parte de los administradores, que deberán supervisar y autorizar la mayoría de operaciones económicas.
- O la suspensión de su poder de disposición.
El patrimonio de la organización quedará automáticamente protegido frente a las ejecuciones individuales de sus acreedores. Tampoco se podrán compensar créditos y deudas y el devengo de intereses quedará paralizado.
Se determinarán la masa pasiva (deudas y acreedores a los que corresponden) y activa o común (bienes y derechos con los que hacerles frente).
Una vez determinadas las masas activa y pasiva se permitirá presentar una propuesta anticipada de convenio, que suele ser la forma más recomendable de terminar un concurso. De no presentarse anticipadamente, todavía se podrá tramitar este convenio, que no es más que un mecanismo de renegociación de deudas.
La adhesión de la mayoría de los acreedores hará obligatorio para el resto el cumplimiento de este convenio, que puede incluir:
- Quitas.
- Esperas.
- Conversiones de créditos.
En definitiva, se trata de una reestructuración de la deuda, que en caso de no prosperar dará paso a la liquidación del patrimonio. Si se llega a esta fase, la masa activa se liquidará para aplicar su precio al pago de las obligaciones del insolvente.
De modo que el concurso de acreedores terminará con el cumplimiento del convenio o con la liquidación del patrimonio de la empresa.